viernes, 30 de octubre de 2009

Si tan sólo lloviera

Si tan sólo lloviera. Si tan sólo un arrollo se formara, repasaría la visión del agua que lleva y también trajo tierra. Si tan sólo lloviera le dejaría mi mente a las gotas sobre el agua. Si tan sólo lloviera llamaría a mi padre para decirle que está lloviendo como nunca antes ha visto; eso siempre vale para mi padre. Si tan sólo lloviera. Si tan sólo lloviera escucharía las risas y gritos ensordecidos por el agua en mis oídos. Si tan siquiera unas cuantas gotas nos quitaran la luz, como antes le pasaba al viejo transformador, la ausencia nos haría compartir un sentimiento. Si tan sólo lloviera mi madre nos prestaría sus historias y le pelearía a mi hermano la ventana para ver que se moja el patio. Si tan sólo lloviera recordaría esa canción y me preguntaría quién detendrá la lluvia. Si tan sólo lloviera me abandonaría al romanticismo del agua cayendo sobre la tierra caliente y el sopor que levanta una brizna pasajera. Si tan sólo lloviera tendría diecisiete años y Miriam quince o dieciséis. Si apenas asomara la lluvia tendría un pretexto para no salir de tu casa, es una pena que tus padres siempre estén trabajando. Si tan sólo lloviera tendría el deseo de ver terminada la lluvia y ver si nos ha dejado un regalo. Una hora de tormenta y me sentiría intranquilo, si tan sólo fuera una hora de tormenta. Si tan sólo lloviera me quedaría dormido y abandonaría lo que me queda de fuerza para soñar el millón de llamadas celestiales a los techos de lámina. Si tan sólo quisiera llover. Si el cielo pusiera unas cuantas gotas sobre esta tierra yo le pondría otras tantas a mi almohada.

Si tan sólo lloviera el agua lavaría ese horrible color gris que empaña el cielo… y ni pensaría en la lluvia.

sábado, 26 de septiembre de 2009

IMHORNY vs CIESAS

El Instituto Mexicano de Historia Ordinaria, Rarezas y Nociones Yertas reacciona enérgicamente (por fin) ante el manejo burocrático-institucional del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social con sede en el Distrito Federal (CIESAS-DF).

Una parte importante de los planteamientos visionarios de la comunidad científica que fundó al Instituto Mexicano de Historia Ordinaria, Rarezas y Nociones Yertas (IMHORNY) se sustentan en las enseñanzas póstumas (sí, leímos un libro) del ilustre Arturo Fregoso Urbina y sus reflexiones sobre la ciencia; la otra parte, menos importante, se sustenta en las nociones yertas que la comunidad de investigadores del IMHORNY ya traían consigo desde chiquitos. Es por ello que la respetable comunidad apela a su valor moral para demandar de las instituciones científicas del comportamiento humano un reflejo ético hacia la comunidad científica social y principalmente con los humanos, pues “una institución no son los edificios sino las personas”, alguien dijo (si alguien se acuerda quién no dude en recordarnos a nosotros). En esta ocasión señalamos enérgicamente (sí, tú, TÚ!) al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social con sede en el Distrito Federal(CIESAS-DF) y el enredo institucional que ofreció a sus alumnos de postgrado, indigno de cualquier institución que presume empatía por sus sujetos de estudio (que vienen siendo personas, pues)

Resumimos en tres patadas los hechos:
1. Durante el proceso de selección al programa de Doctorado en Antropología, promoción 2009-2012, los alumnos que cursaron la maestría dentro del mismo CIESAS-DF se vieron desorientados por la presión de calendarios irreales; la perdida de garantías al ser alumnos del CIESAS-DF y el desamparo institucional, al final del proceso, ante la controversia que desataron las nuevas disposiciones del CONACYT en pro de la eficiencia terminal (por si no se enteró). ¿Qué quiere decir esto? Los alumnos que habían cursado la maestría dentro de la dicha institución se vieron sometidos y re-sometidos a cambios en la programación de fechas para concursar en el proceso de admisión sin consultarles en ningún momento; luego, tuvieron que cumplir los mismos requisitos que los alumnos que concursaban de otras instituciones, lo que a vista de los maestrantes del CIESAS se trataba de una estrategia de exclusión que les despojaba de cualquier garantía al suponerse parte de la comunidad institucional, algunos se preguntaron ¿necesita evaluar el CIESAS a sus propios alumnos? ¿no confía en la calidad educativa que ofreció a esta generación?; y, finalmente, luego de que el CONACYT emitió nuevos lineamientos para presionar a los becarios a titularse el CIESAS sólo dijo “sí, patrón” y recortó más de tres meses que los alumnos tenían como plazo para completar la redacción de sus tesis de maestrantes.
2. Luego, reprobamos “la forma”. Ninguna figura institucional mantuvo contacto con los alumnos durante la inestabilidad del proceso de selección. Se limitaron a emitir los cambios de fechas y el surgimiento de nuevas exigencias pero no se mantuvo comunicación con los alumnos. “No se nos toma en cuenta” fue el sentimiento generalizado por los aspirantes alumnos del CIESAS. Ni la coordinadora del postgrado, la subdirectora académica o la directora regional (o cualquier otro, demonios!) se ofrecieron a explicar la situación en dialogo cercano; los alumnos tuvieron que enterarse de las inconsistencias en el proceso por chismes y rumores, porque alguien dijo o dijo que le dijeron.
3. Los alumnos aspirantes, en al ánimo por continuar sus estudios de especialización, se vieron entonces en necesidad de completar los borradores de tesis en 15 días, solicitar la comprensión de los lectores (sinodales, jurado dictaminador) y conseguir la liberación de títulos, antes del 15 de septiembre de éste año, para ser elegibles como becarios CONACYT y continuar en el programa de Doctorado en Antropología promoción 2009-2012. Las itálicas ahí explican mucho más.

Hay dos implicaciones importantes dentro de éste escándalo que se ha sostenido en el cobijo de una comunidad muy estrecha de antropólogos iberoamericanos; primero, que el manejo institucional no es el mejor posible ni el más justo con los alumnos y, dos, el atropello contra el compromiso científico que asume al ser una institución formadora de investigadores. Nos explicamos.

En el análisis de estos sucesos (arriba resumidos, pero de los que tenemos seguimiento cercano y abundante), se distingue claramente que el alumnado del CIESAS-DF no es acogido como parte de la comunidad institucional, sino como la parte instrumental-administrativa que se le exige a la institución para mantenerse como Centro CONACYT y promover la entrada de recursos que se asigna a las instituciones con postgrados de Competencia Internacional (que se consiguió el año pasado). Ello explica que aun cuando en el reglamento académico (vigente desde el 2008) se especifica que el alumnado puede tener un representante ante el Colegio Académico del Postgrado en Antropología (CAPA) (máxima autoridad académica), no se exhorta a los alumnos para que ejerzan su derecho y las sesiones del CAPA se hagan en ausencia del alumnado. Omitir la comunicación con el alumnado es excluirlo de la comunidad, no hay otra interpretación, y como resultado se delibera según los intereses del CIESAS, no de sus alumnos. Finalmente, tales alumnos están condicionados a cumplir académicamente con la institución por ser becarios. Y esto ya es parte de la segunda implicación anunciada.

No olvidemos que los becarios son personas y que los científicos sociales son personas, y aun cuando los becarios sean científicos sociales no dejan de ser personas (bueno, ya se entendió). Y las personas tienen necesidades, intereses y preocupaciones, entre otras cosas, que se pueden fácilmente establecer en relaciones de poder, como bien nos ha enseñado la antropología. Arturo Fregoso (que también era persona, aunque ya no) se ocupó en escribir sobre el método científico y su condición histórica de herramienta infalible para llegar al conocimiento puro: hacer ciencia (y como era persona seguramente también se ocupó en conseguirse una novia, obtener un empleo, mantener la familia, etc., pero eso no nos importa ahorita). Los científicos, en su calidad de seres humanos, reconoce Fregoso, tienen intereses de fama, prestigio, poder; una realidad que conduce la manera de hacer ciencia. Esta pobre ciencia, relegada a disposición histórica-social, sólo es el reflejo del momento que vive la comunidad científica; ¡qué desafortunado es hacer ciencia en tiempos de recensión mundial! Ya pues ¿cuál es el método científico del CIESAS? ¿La eficiencia terminal establecida por la cantidad y no por la calidad de la investigación? ¿la promoción a postgrados de reconocimiento internacional cuando no se ha asegurado el conocimiento nacional? ¿la producción en masa de investigadores de acuerdo a tiempos beca-CONACyT? (No es retórica, en serio respóndanos). El alumnado, en el interés por llegar a pertenecer a la comunidad científica, ¿debe sufrir éste método científico para hacer ciencia? (p’s si ese es el caso… que avisen, no?)

El IMHORNY desaprueba dicho método científico, descalifica la telaraña institucional del proceso de selección y acusa de incompetentes para guiar una comunidad científica a las autoridades académicas del CIESAS (¡viva Pancho Villa, cabrones!). Aun cuando reconocemos que la ciencia social, como cualquier otra ciencia que conozcamos, no es una actividad “sublime y pura” (ya que es una actividad propia del ser humano) sí creemos que existen compromisos éticos con las nuevas generaciones que tratan de integrarse a la comunidad científica… nomás por no dejar.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Pelea de Gordos

Pelea de gordos.

A la tienda de Don Marcos
Abarrotes y licores
Donde los niños glotones
Compran frutsis con chamoy
Y lo traen bajo del brazo
El mandado de su tía
Es difícil la partida
Pa’ ganarse un vil tostón

Linda la pelea de gordos
Con el público bravero
Alguien empujó primero
Y mi frutsi derramó
Y en el choque cae el Tino
El hocico ensangrentado
Los cachetes colorados
Se nos puso a chillar

Ay, de mi boquita, van a ver ahorita!
Y hasta el alma grita:
Chiiiiiii.... . .. ..dre!!
Vaaaaaaas a ver, pinche Ramón.


(Nota: Se escucha mejor con tambora)

sábado, 29 de agosto de 2009

Rosa de Ramiro

No recuerdo cuando la vi por vez primera, tampoco por vez última. Pero sé cómo la recuerdo. Una mujer robusta, de piel blanca, una permanente expresión en el rostro de desagrado por lo que le rodeaba. También sus hermosos ojos verdes, casi grises, sólo a ellos puedo atribuir el amor de Ramiro. Se enmarcaron siempre bajo un par de tupidas cejas negras y el conjunto retribuía una ternura que faltaba a su regordete rostro.

Como persona mayor, no como síntoma de simpatía, me llamaba "mijo" y yo le llamaba Rosa. Siempre de usted, porque ahí está el respeto. Le contestaba lo que me preguntaba y le compartía lo que me pedía. Pero me gustaba escucharle hablar de Dios, del verdadero y de la falsedad del otro Dios. Nunca entendí cómo era que guardaba tanto rencor por un "nombre" al que luego nombraba con tanto cariño. Me hacía mucha gracia eso.

Era cariñosa lo sé, pero nunca lo supe de verdad. Así como nunca supe de verdad que fuera mala, pero lo era. Finalmente, la conocía pero no la conocía de verdad; o en las mismas palabras: de verdad la conocía pero, al fin, no la conocí.

"Rosa, que dice mi mamá que ahí le manda"
"Ándele mijo, dígale que gracias"

Extraño a Rosa y todo lo que de ella no sé. Me pregunto si Rosa extrañó alguna vez que no la viera. A lo mejor estaba acostumbrada a no verme. De seguro vivía pensando en toda su vida y feliz omitió mi recuerdo. Seguro se decía muchas veces: Ay, éste Ramiro que no llega.

Cierto día Rosa se pudrió como las rosas dentro de un florero. Rozagante.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Pérdida temporal de lo material en agua de retrete: un hecho... en los desechos

De a cuerdo a una reciente investigación antropológica realizada por el Instituto Mexicano de Historia Ordinaria, Rarezas y Nociones Yertas (IMHORNY), una no considerable porción hispanohablante (como 14 personas) declaró meter la mano al retrete.

Posiblemente usted mete la mano a su retrete cada fin de semana para lavarlo, pero ¿cuántas veces su extremidad temblorosa ha tenido que hurgar en las turbias aguas del retrete casero, o ajeno, por cuestiones distintas? Una investigación reciente del Instituto Mexicano de Historia Ordinaria, Rarezas y Nociones Yertas (IMHORNY) colectó algunos datos entre la comunidad hispanohablante; los resultados fueron escalofriantes (porque el agua de retrete regularmente está fría).

Entre las principales razones que se argumentaron para meter la mano al retrete sin interés de realizar acciones higiénicas se encuentra contundentemente el recuperar objetos de valor y pertenencias de cierto apego emocional. Los casos pueden ir de historias verdaderamente hilarantes, algunas de frustración y la gran mayoría pasan sin señal alguna de trascendencia espiritual (sin chiste pues).

Uno de los descubrimientos más importantes de la investigación realizada por el IMHORNY, es que tales sucesos llamados, muy complicadamente, de pérdida temporal de lo material en agua de retrete acontecen en lugares públicos. Muy a menudo, dicen los investigadores, "la premura de las circunstancias obliga a la negligencia motriz de la corporalidad dentro de aquellos reducidos canceles de acceso emergente" y es cuando acontece la desgracia; o en palabras de un entrevistado, “por apendejarse cuando te ganan las carreras en un baño público”. Así pues, cuando alguien se ve presa de una situación similar pretende no advertir la cantidad de desechos humanos que han circulado (literalmente) sobre el retrete y se prefiere poner una mayor carga emocional sobre el objeto, lo que da un apoyo psicológico. Indudablemente, quienes han experimentado tales sucesos recurren a la hilaridad (algunos sin conseguirlo) cuando comparten la experiencia; muy posiblemente con ánimo de no ser juzgados pero siempre con la intención de desprenderse emocionalmente de la bajeza necesaria para meter la mano al retrete.

Apoyándose en datos empíricos, el IMHORNY declara que los casos más comunes de pérdida temporal de lo material en agua de retrete involucra a objetos como celulares y gafas; por lo que hacemos una invitación a resguardar con mucha atención tales pertenencias cada vez que asista al baño. En todo caso, mandar mensajes de texto mientras que está excretando no es lo más higiénico y tener una buena visión de los hechos hasta puede resultar algo perverso.

En una amable demostración involuntaria suscitada después de las investigaciones del IMHORNY (amable, porque no se molestó después de la media hora de risas), una fanática lectora de este blog experimentó la pérdida temporal de lo material en agua de retrete; en su caso, un estuche para lentes de contacto. La participante se mostró sorprendida y maldijo en un extraño idioma, pero sin pensarlo metió la mano al retrete para recuperar su pertenencia material. La interpretación que da la redacción de éste blog, de acuerdo con la investigación de la IMHORNY, es que el hogar no da garantías para que no sucedan estos hechos, pero se tienen menores dudas de meter la mano en la familiaridad de la suciedad hogareña.

Finalmente, un dato adicional de la IMHORNY es que de acuerdo a una redacción periodística que sí es confiable, existen una mayor cantidad de bacterias nocivas en su teclado de computadora que en el retrete familiar. La redacción de este blog sólo puede apoyar las declaraciones. Como usted puede comprobar en éste artículo, uno es capaz de hacer cualquier clase de m***a sobre el teclado de su computadora… nomás por no dejar…

sábado, 1 de agosto de 2009

nomás por no dejar...

Mmh, voy a hacer una breve introducción a este blog…

Éste blog tiene por nombre: “nomás por no dejar…”.

Hasta ahí la introducción, muchas gracias.

(Y sí, fue una breve introducción nomás por no dejar)

IMHORNY en el proceso electoral de Chetumal, Quintana Roo

Han pasado meses desde que el Instituto Mexicano de Historia Ordinaria, Rarezas y Nociones Yertas (IMHORNY) extendió su última publicación...